
Comentario del Evangelio - VI Domingo Ordinario. Consejos del Señor. Hablar bien. Mt 5, 17-31 | 12.2
Vamos a reflexionar en el Evangelio de San Mateo que, como dice San Pablo en la carta a los corintios, nos expone una sabiduría que ...no es ni de este mundo ni de los príncipes de este mundo, condenados a perecer, sino que enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria. Pues bien, ¿en qué consiste esta sabiduría? En saber dirigir nuestra vida de cara a la eternidad.
El cristiano está llamado a ser sal de la tierra y luz de mundo, dice Jesús, “para que, viendo vuestras buenas obras, glorifiquen a vuestro Padre que está en los Cielos”. Hoy la Palabra de Dios da un paso más y aterriza, concretiza nuestro testimonio en el mundo. Como hemos escuchado, son muchos los consejos que nos da el Señor. La raíz, el común denominador de todos es la caridad.
En el Oficio de Lectura de ayer sábado leía una homilía sobre la preeminencia de la caridad: “Cualquier género de vida, cualesquiera que sean sus prácticas o su porte exterior, mientras busquemos sinceramente el amor de Dios y el amor del prójimo por Dios, será agradable a Dios. La caridad ha de ser en todo momento lo que nos induzca a obrar o a dejar de obrar, a cambiar las cosas o a dejarlas como están. Ella es el principio por el cual y el fin hacia el cual todo debe ordenarse. Nada es culpable si se hace en verdad movido por ella y de acuerdo con ella. (De los sermones del beato Isaac, abad del monasterio de Stella (Sermón 31: PL 194,1292-1293)
Vamos a reflexionar en uno de los consejos que el Señor nos da y que implica muchísima radicalidad. A veces pensamos en sacrificios o cosas extrañas y no nos damos cuenta de que lo que el Señor quiere es misericordia y no sacrificios. Al final del Evangelio nos dice: “Que vuestro hablar sea sí, sí, no, no. Lo que pasa de ahí viene del maligno”.
Santiago tiene una carta muy breve, cinco capítulos. Nos dice que quien domina su lengua es varón o mujer perfecto. ¡Cuánto nos cuesta dominar este miembro tan pequeño y qué tanto bien puede hacer, pero también cuánto daño puede causar al prójimo! Las palabras dichas no vuelven… por más que digamos: perdona que se me ha escapado… no lo quería decir, pero lo he pensado… lo he dicho…
Somos una cultura que tendemos a hablar mal, a criticar, nos gusta hacer leña del árbol caído, encontramos un gustillo y a veces nos regodeamos en la critiquilla o en la crítica. Cuánto falta le hace a nuestra sociedad hablar con franqueza, verdad, realismo, que no pesimismo. Me llama la atención que nuestra cultura aprueba el hablar mal. Si miramos el diccionario vemos que se aprueba la palabra maledicencia, que es hablar mal, sin embargo, su antónimo que sería “benediciencia” no está aprobada y no aparece en el diccionario. Se aprueban las palabras que reflejan conceptos que se usan en la vida cotidiana.
En el Paraíso, Adán no responde a la pregunta “Dónde estás…”, luego le echa la culpa a Eva, Eva a la serpiente… al final nadie tuvo la culpa y desde que se inventaron las disculpas, se acabaron los tontos.
En fin, seamos cristianos que alabamos con nuestra lengua a Dios Nuestro Señor y también al prójimo. Corrijamos al prójimo cuando haya que hacerlo, pero con caridad y bondad. Que nuestro hablar sea sí sí, no no. Esta actitud implica la sabiduría propia de las almas que se dejan tocar por el Espíritu de Dios.
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Comentario del Evangelio - VI Domingo Ordinario. Consejos del Señor. Hablar bien. Mt 5, 17-31 | 12.2
Consejos del Señor. Hablar bien: "Benedicencia" Vamos a reflexionar en ...
Consejos del Señor. Hablar bien: "Benedicencia"
Vamos a reflexionar en el Evangelio de San Mateo que, como dice San Pablo en la carta a los corintios, nos expone una sabiduría que ...no es ni de este mundo ni de los príncipes de este mundo, condenados a perecer, sino que enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra gloria. Pues bien, ¿en qué consiste esta sabiduría? En saber dirigir nuestra vida de cara a la eternidad.
El cristiano está llamado a ser sal de la tierra y luz de mundo, dice Jesús, “para que, viendo vuestras buenas obras, glorifiquen a vuestro Padre que está en los Cielos”. Hoy la Palabra de Dios da un paso más y aterriza, concretiza nuestro testimonio en el mundo. Como hemos escuchado, son muchos los consejos que nos da el Señor. La raíz, el común denominador de todos es la caridad.
En el Oficio de Lectura de ayer sábado leía una homilía sobre la preeminencia de la caridad: “Cualquier género de vida, cualesquiera que sean sus prácticas o su porte exterior, mientras busquemos sinceramente el amor de Dios y el amor del prójimo por Dios, será agradable a Dios. La caridad ha de ser en todo momento lo que nos induzca a obrar o a dejar de obrar, a cambiar las cosas o a dejarlas como están. Ella es el principio por el cual y el fin hacia el cual todo debe ordenarse. Nada es culpable si se hace en verdad movido por ella y de acuerdo con ella. (De los sermones del beato Isaac, abad del monasterio de Stella (Sermón 31: PL 194,1292-1293)
Vamos a reflexionar en uno de los consejos que el Señor nos da y que implica muchísima radicalidad. A veces pensamos en sacrificios o cosas extrañas y no nos damos cuenta de que lo que el Señor quiere es misericordia y no sacrificios. Al final del Evangelio nos dice: “Que vuestro hablar sea sí, sí, no, no. Lo que pasa de ahí viene del maligno”.
Santiago tiene una carta muy breve, cinco capítulos. Nos dice que quien domina su lengua es varón o mujer perfecto. ¡Cuánto nos cuesta dominar este miembro tan pequeño y qué tanto bien puede hacer, pero también cuánto daño puede causar al prójimo! Las palabras dichas no vuelven… por más que digamos: perdona que se me ha escapado… no lo quería decir, pero lo he pensado… lo he dicho…
Somos una cultura que tendemos a hablar mal, a criticar, nos gusta hacer leña del árbol caído, encontramos un gustillo y a veces nos regodeamos en la critiquilla o en la crítica. Cuánto falta le hace a nuestra sociedad hablar con franqueza, verdad, realismo, que no pesimismo. Me llama la atención que nuestra cultura aprueba el hablar mal. Si miramos el diccionario vemos que se aprueba la palabra maledicencia, que es hablar mal, sin embargo, su antónimo que sería “benediciencia” no está aprobada y no aparece en el diccionario. Se aprueban las palabras que reflejan conceptos que se usan en la vida cotidiana.
En el Paraíso, Adán no responde a la pregunta “Dónde estás…”, luego le echa la culpa a Eva, Eva a la serpiente… al final nadie tuvo la culpa y desde que se inventaron las disculpas, se acabaron los tontos.
En fin, seamos cristianos que alabamos con nuestra lengua a Dios Nuestro Señor y también al prójimo. Corrijamos al prójimo cuando haya que hacerlo, pero con caridad y bondad. Que nuestro hablar sea sí sí, no no. Esta actitud implica la sabiduría propia de las almas que se dejan tocar por el Espíritu de Dios.
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El cristiano está llamado a ser sal de la tierra y luz de mundo, dice Jesús, “para que, viendo vuestras buenas obras, glorifiquen a vuestro Padre que está en los Cielos”. Hoy la Palabra de Dios da un paso más y aterriza, concretiza nuestro testimonio en el mundo. Como hemos escuchado, son muchos los consejos que nos da el Señor. La raíz, el común denominador de todos es la caridad.
En el Oficio de Lectura de ayer sábado leía una homilía sobre la preeminencia de la caridad: “Cualquier género de vida, cualesquiera que sean sus prácticas o su porte exterior, mientras busquemos sinceramente el amor de Dios y el amor del prójimo por Dios, será agradable a Dios. La caridad ha de ser en todo momento lo que nos induzca a obrar o a dejar de obrar, a cambiar las cosas o a dejarlas como están. Ella es el principio por el cual y el fin hacia el cual todo debe ordenarse. Nada es culpable si se hace en verdad movido por ella y de acuerdo con ella. (De los sermones del beato Isaac, abad del monasterio de Stella (Sermón 31: PL 194,1292-1293)
Vamos a reflexionar en uno de los consejos que el Señor nos da y que implica muchísima radicalidad. A veces pensamos en sacrificios o cosas extrañas y no nos damos cuenta de que lo que el Señor quiere es misericordia y no sacrificios. Al final del Evangelio nos dice: “Que vuestro hablar sea sí, sí, no, no. Lo que pasa de ahí viene del maligno”.
Santiago tiene una carta muy breve, cinco capítulos. Nos dice que quien domina su lengua es varón o mujer perfecto. ¡Cuánto nos cuesta dominar este miembro tan pequeño y qué tanto bien puede hacer, pero también cuánto daño puede causar al prójimo! Las palabras dichas no vuelven… por más que digamos: perdona que se me ha escapado… no lo quería decir, pero lo he pensado… lo he dicho…
Somos una cultura que tendemos a hablar mal, a criticar, nos gusta hacer leña del árbol caído, encontramos un gustillo y a veces nos regodeamos en la critiquilla o en la crítica. Cuánto falta le hace a nuestra sociedad hablar con franqueza, verdad, realismo, que no pesimismo. Me llama la atención que nuestra cultura aprueba el hablar mal. Si miramos el diccionario vemos que se aprueba la palabra maledicencia, que es hablar mal, sin embargo, su antónimo que sería “benediciencia” no está aprobada y no aparece en el diccionario. Se aprueban las palabras que reflejan conceptos que se usan en la vida cotidiana.
En el Paraíso, Adán no responde a la pregunta “Dónde estás…”, luego le echa la culpa a Eva, Eva a la serpiente… al final nadie tuvo la culpa y desde que se inventaron las disculpas, se acabaron los tontos.
En fin, seamos cristianos que alabamos con nuestra lengua a Dios Nuestro Señor y también al prójimo. Corrijamos al prójimo cuando haya que hacerlo, pero con caridad y bondad. Que nuestro hablar sea sí sí, no no. Esta actitud implica la sabiduría propia de las almas que se dejan tocar por el Espíritu de Dios.
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Comentario Evangelio. VII Domingo Ordinario. Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto
El hilo conductor de la palabra de Dios sigue siendo el Evangelio de ...
El hilo conductor de la palabra de Dios sigue siendo el Evangelio de San Mateo, capítulo 5, que nos acompaña desde que hemos iniciado el tiempo ordinario. La lectura del ...libro del Levítico nos dice: El Señor habló así a Moisés: «Di a la comunidad de los hijos de Israel: “Sed santos, porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo. No odiarás de corazón a tu hermano, pero reprenderás a tu prójimo, para que no cargues tú con su pecado. No te vengarás de los hijos de tu pueblo ni les guardarás rencor, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor”».
Y el Evangelio concluye: «Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto». ¿En qué consiste esta perfección? ¿En qué consiste esta santidad de Dios que Él mismo quiere que imitemos pues nos dice que seamos santos? Pero ¿en qué consiste esta perfección?, me pregunto de nuevo… ¿En la ausencia de caídas? ¿En llevar una vida inmaculada quizás? ¿En mantenernos en un camino de autoexigencia personal alejados de todos aquéllos que no viven esa exigencia personal? ¿En vivir de modo tenso y preocupado porque he caído, he faltado, no he cumplido?
Pues no. ¿En qué consiste la Santidad de Dios? Muy sencillo, San Juan lo definió como Dios es Amor y quien no ama no ha conocido a Dios. La santidad y la perfección están ahí en el amor haciendo de lo ordinario algo extraordinario. La perfección de la que nos habla el Evangelio y la santidad del libro del Levítico está en Amar, en amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo: son dos caras de la misma moneda. Amar es difícil porque no es un sentimiento pasajero, es una opción, es un modo de vivir. Por ello el Evangelio nos describe dónde podemos manifestar este amor: amor a los enemigos que es el perdón; a quien te pide una túnica, es decir la generosidad; aprender a escuchar, etc. Quien vive con esa actitud, se nota, porque vive siempre buscando hacer la vida más llevadera a los que le rodean.
A veces somos muy dados a conmovernos por las desgracias que vemos a miles de kilómetros de nuestra casa y, es más, nos movilizamos muchas veces para ayudar y eso está bien. Pero no olvidemos que la caridad empieza por casa, por los que me rodean, que no se diga de nosotros que somos luz de la calle y tinieblas de la casa. Al contrario, hagamos de nuestros pequeños mundos, hogares, es decir, hogueras llenas de amor, de alegría, de ilusión, de esperanza, de esa Santidad de la que Dios nos habla en la Liturgia de este día.
Cuando escuchemos este evangelio no pensemos que la santidad consiste en hacer cosas raras. No, consiste en amar porque Dios es amor, es su esencia, es lo que le define. Asemejémonos más a Dios en este día amando, perdonando, siendo pacientes, escuchando, tendiendo la mano al que lo necesita.
Salmo 103
Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R/.
Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura. R/.
El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia.
No nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas. R/.
Como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos.
Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por los que lo temen. R/.
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Y el Evangelio concluye: «Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto». ¿En qué consiste esta perfección? ¿En qué consiste esta santidad de Dios que Él mismo quiere que imitemos pues nos dice que seamos santos? Pero ¿en qué consiste esta perfección?, me pregunto de nuevo… ¿En la ausencia de caídas? ¿En llevar una vida inmaculada quizás? ¿En mantenernos en un camino de autoexigencia personal alejados de todos aquéllos que no viven esa exigencia personal? ¿En vivir de modo tenso y preocupado porque he caído, he faltado, no he cumplido?
Pues no. ¿En qué consiste la Santidad de Dios? Muy sencillo, San Juan lo definió como Dios es Amor y quien no ama no ha conocido a Dios. La santidad y la perfección están ahí en el amor haciendo de lo ordinario algo extraordinario. La perfección de la que nos habla el Evangelio y la santidad del libro del Levítico está en Amar, en amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo: son dos caras de la misma moneda. Amar es difícil porque no es un sentimiento pasajero, es una opción, es un modo de vivir. Por ello el Evangelio nos describe dónde podemos manifestar este amor: amor a los enemigos que es el perdón; a quien te pide una túnica, es decir la generosidad; aprender a escuchar, etc. Quien vive con esa actitud, se nota, porque vive siempre buscando hacer la vida más llevadera a los que le rodean.
A veces somos muy dados a conmovernos por las desgracias que vemos a miles de kilómetros de nuestra casa y, es más, nos movilizamos muchas veces para ayudar y eso está bien. Pero no olvidemos que la caridad empieza por casa, por los que me rodean, que no se diga de nosotros que somos luz de la calle y tinieblas de la casa. Al contrario, hagamos de nuestros pequeños mundos, hogares, es decir, hogueras llenas de amor, de alegría, de ilusión, de esperanza, de esa Santidad de la que Dios nos habla en la Liturgia de este día.
Cuando escuchemos este evangelio no pensemos que la santidad consiste en hacer cosas raras. No, consiste en amar porque Dios es amor, es su esencia, es lo que le define. Asemejémonos más a Dios en este día amando, perdonando, siendo pacientes, escuchando, tendiendo la mano al que lo necesita.
Salmo 103
Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R/.
Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura. R/.
El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia.
No nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas. R/.
Como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos.
Como un padre siente ternura por sus hijos,
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Comentario del Evangelio - Miércoles de Ceniza. Oración, ayuno y limosna | 22.2.2023
Estamos iniciando el período de Cuaresma, tiempo de gracia muy ...
Estamos iniciando el período de Cuaresma, tiempo de gracia muy especial, en el que Dios Nuestro Señor nos llama a la conversión… nos llama a volver la mirada a Él.
Resuena ...en nuestros corazones las palabras del profeta Joel: “Ahora, oráculo del Señor, convertíos a mí de todo corazón” (Joel 2, 12). No sé por qué tenemos en nuestro interior la concepción de que la Cuaresma es un período triste, apagado, esos períodos que no nos gustan… pero la Cuaresma es un tiempo muy especial que el Señor nos concede para reflexionar y volver la mirada a Él. Por ello, la Cuaresma es un tiempo de gracia para decirle al Señor que es importante para cada uno de nosotros, que le queremos, que queremos amarle cada día más y que queremos amar al prójimo como Él nos ama.
Ahora bien, a simple vista parece sencillo e incluso fácil, ya sabéis que “del dicho al hecho hay un trecho”. Por ello, tenemos unos medios que la Iglesia como madre y maestra, nos enseña para vivir mejor estos días de gracia:
La oración.
“Si el Señor no construye la casa en vano trabajan los albañiles. Si el Señor no guarda la ciudad en vano vigilan los centinelas” (Salmo 127). Tenemos que reconocer que oramos poco… a veces vamos tan aprisa, tan acelerados, que nos cuesta tener un pequeño momento para parar y elevar la mirada el Señor. ¿Sabéis cuál es la mejor oración?, la que se hace y ¿sabéis cuál es la peor?, la que simplemente no se hace. Recordad al fariseo y al publicano… “tú cuando ores entra a tu habitación y tu padre que ve en lo escondido te recompensará…” (Mateo 6, 6). El Señor está ahí esperando a que le dirijas una mirada, a que le hables, a que le digas que es importante para ti.
La limosna.
Es decir, la vivencia de la caridad. “En esto conocerán que sois mis discípulos si os amáis los unos a los otros” (Juan 13, 35): este es nuestro distintivo. Caridad en nuestros pensamientos, caridad en nuestras palabras, caridad en nuestras obras. Cuánto bien nos hace poner por obra eso que el Papa Francisco nos dice, esa revolución de la ternura, del cariño sincero a los demás.
El ayuno.
Por último, el ayuno. Cuántas personas se ven obligadas a ayunar porque no tienen nada qué comer. Casi siempre cuando se piensa en ayunar se nos viene a la cabeza: “no comeré chocolate…” está bien, pero qué poco… El ayuno fortalece nuestro espíritu para poner responder con alegría y decisión a lo que el Señor nos pida. Podemos ayunar de alguna comida y su equivalente darlo a Cáritas para ayudar en tantas necesidades que vemos en nuestras Cáritas parroquiales. Y también ayunar por ejemplo de las redes sociales que tanto nos enganchan, de los cotilleos, y dediquemos ese tiempo a la oración, a la caridad, es decir, a estar más tiempo con los demás. A veces qué lejos estamos de los de casa, de los de cerca y qué cerca de los de fuera… dediquemos tiempo, y calidad del mismo, a nuestras relaciones interpersonales…
En fin, Cuaresma, tiempo para volver la mirada a Dios, tiempo para volver la mirada a nosotros mismos, tiempo para decirle al Señor que Él es importante para nosotros. Tiempo para centrarnos en Él.
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Resuena ...en nuestros corazones las palabras del profeta Joel: “Ahora, oráculo del Señor, convertíos a mí de todo corazón” (Joel 2, 12). No sé por qué tenemos en nuestro interior la concepción de que la Cuaresma es un período triste, apagado, esos períodos que no nos gustan… pero la Cuaresma es un tiempo muy especial que el Señor nos concede para reflexionar y volver la mirada a Él. Por ello, la Cuaresma es un tiempo de gracia para decirle al Señor que es importante para cada uno de nosotros, que le queremos, que queremos amarle cada día más y que queremos amar al prójimo como Él nos ama.
Ahora bien, a simple vista parece sencillo e incluso fácil, ya sabéis que “del dicho al hecho hay un trecho”. Por ello, tenemos unos medios que la Iglesia como madre y maestra, nos enseña para vivir mejor estos días de gracia:
La oración.
“Si el Señor no construye la casa en vano trabajan los albañiles. Si el Señor no guarda la ciudad en vano vigilan los centinelas” (Salmo 127). Tenemos que reconocer que oramos poco… a veces vamos tan aprisa, tan acelerados, que nos cuesta tener un pequeño momento para parar y elevar la mirada el Señor. ¿Sabéis cuál es la mejor oración?, la que se hace y ¿sabéis cuál es la peor?, la que simplemente no se hace. Recordad al fariseo y al publicano… “tú cuando ores entra a tu habitación y tu padre que ve en lo escondido te recompensará…” (Mateo 6, 6). El Señor está ahí esperando a que le dirijas una mirada, a que le hables, a que le digas que es importante para ti.
La limosna.
Es decir, la vivencia de la caridad. “En esto conocerán que sois mis discípulos si os amáis los unos a los otros” (Juan 13, 35): este es nuestro distintivo. Caridad en nuestros pensamientos, caridad en nuestras palabras, caridad en nuestras obras. Cuánto bien nos hace poner por obra eso que el Papa Francisco nos dice, esa revolución de la ternura, del cariño sincero a los demás.
El ayuno.
Por último, el ayuno. Cuántas personas se ven obligadas a ayunar porque no tienen nada qué comer. Casi siempre cuando se piensa en ayunar se nos viene a la cabeza: “no comeré chocolate…” está bien, pero qué poco… El ayuno fortalece nuestro espíritu para poner responder con alegría y decisión a lo que el Señor nos pida. Podemos ayunar de alguna comida y su equivalente darlo a Cáritas para ayudar en tantas necesidades que vemos en nuestras Cáritas parroquiales. Y también ayunar por ejemplo de las redes sociales que tanto nos enganchan, de los cotilleos, y dediquemos ese tiempo a la oración, a la caridad, es decir, a estar más tiempo con los demás. A veces qué lejos estamos de los de casa, de los de cerca y qué cerca de los de fuera… dediquemos tiempo, y calidad del mismo, a nuestras relaciones interpersonales…
En fin, Cuaresma, tiempo para volver la mirada a Dios, tiempo para volver la mirada a nosotros mismos, tiempo para decirle al Señor que Él es importante para nosotros. Tiempo para centrarnos en Él.
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Comentario del Evangelio - I Domingo Cuaresma. Las tentaciones. | 26.2
Evangelio (Mt 4, 1-11) En aquel tiempo Jesús fue llevado al desierto ...
Evangelio (Mt 4, 1-11)
En aquel tiempo Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo. Y después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, ...al final sintió hambre.
Y el tentador se le acercó y le dijo: - Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes. Pero Él le contestó diciendo: - Está escrito: no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
Entonces el diablo lo lleva a la Ciudad Santa, lo pone en el alero del templo y le dice: - Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: Encargará a los ángeles que cuiden de ti y te sostendrán en sus manos para que tu pie no tropiece en las piedras. Jesús le dijo: - También está escrito: No tentarás al Señor tu Dios.
Después el diablo lo llevó a una montaña altísima y mostrándole todos los reinos del mundo y su esplendor le dijo: - Todo esto te daré si te postras y me adoras. Entonces le dijo Jesús: - Vete Satanás, porque está escrito: Al Señor tu Dios adorarás y a Él sólo darás culto. Entonces lo dejó el diablo, y se acercaron los ángeles y le servían.
Estamos iniciando el período de cuaresma. Período de conversión, tiempo especial para volver a Dios. Iniciamos esta primera semana de cuaresma con la meditación de las tentaciones de Jesús. Sí, Jesús también fue tentado, por ello, no nos escandalicemos por las tentaciones: son inherentes a nuestra naturaleza caída. Hago hincapié en esto pues muchas personas tienden al escrúpulo y ven en la tentación, el sentir ya un pecado y no es así. Una cosa es sentir y otra consentir. En Cristo, como diría San Agustín, nosotros aprendemos a afrontar las tentaciones y a vencerlas.
El hilo conductor de las tentaciones es siempre el mismo: la mentira. Satanás ofrece lo que no puede dar, pero es experto en mentir porque es el padre de la mentira y no olvidemos que es un Ángel, por lo que es muy listo. Por ello, no entremos en diálogo con la tentación porque cuando empezamos a dialogar seguramente caeremos, porque lo que nos ofrece el tentador nos apetece a primera vista, como le pasó a Eva. En Cristo vemos la actitud que hemos que tener los cristianos: no dialoga, es tajante y sabe que con la tentación no se juega. Por ello las respuestas que da son siempre muy contundentes.
El Catecismo de la Iglesia católica nos enseña que los enemigos del alma son tres: el demonio, el mundo y la carne. El demonio pocas veces se nos presentará en la vida… pero el mundo y la carne los tenemos siempre ahí para tentarnos. El mundo, entendido como San Juan lo explica, es decir, todo lo que se opone a Dios, materialismo, ese deseo desenfrenado de tener, de aparentar… nos adormece e hipnotiza y nos hace morir y renunciar lentamente a los grandes ideales… pues nos hace olvidar que estamos aquí de paso camino a la eternidad. Y por último, nosotros mismos: nuestra pereza, sensualidad, soberbia, orgullo, vanidad… cada uno sabe por dónde cojea y es ahí donde tenemos que reforzar nuestra vida espiritual. Es, en definitiva, esa pasión que cada uno lleva y que debe encauzar para que sea ocasión de dar gloria a Dios, más que de caída.
Hace años leyendo una vida de San Juan Bosco me gustó una anécdota. Cuenta que Juan Bosco estaba dando un paseo por Valdocco donde fundó el primer oratorio. En eso vio en la valla que separaba la propiedad de la calle, al demonio sentado. Juan Bosco le preguntó que cómo es que estaba ahí y no estaba dentro, como siempre, tentando a sus chicos. El demonio le respondió: “no entro… tengo dentro a mis secretarios…” Pues bien, no seamos secretarios del demonio, es decir, no seamos ocasión para que otros ofendan a Dios. Cuidemos de no ser sus secretarios con la maledicencia, la crítica, los juicios temerarios sobre personas e instituciones.
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En aquel tiempo Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo. Y después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, ...al final sintió hambre.
Y el tentador se le acercó y le dijo: - Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes. Pero Él le contestó diciendo: - Está escrito: no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.
Entonces el diablo lo lleva a la Ciudad Santa, lo pone en el alero del templo y le dice: - Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: Encargará a los ángeles que cuiden de ti y te sostendrán en sus manos para que tu pie no tropiece en las piedras. Jesús le dijo: - También está escrito: No tentarás al Señor tu Dios.
Después el diablo lo llevó a una montaña altísima y mostrándole todos los reinos del mundo y su esplendor le dijo: - Todo esto te daré si te postras y me adoras. Entonces le dijo Jesús: - Vete Satanás, porque está escrito: Al Señor tu Dios adorarás y a Él sólo darás culto. Entonces lo dejó el diablo, y se acercaron los ángeles y le servían.
Estamos iniciando el período de cuaresma. Período de conversión, tiempo especial para volver a Dios. Iniciamos esta primera semana de cuaresma con la meditación de las tentaciones de Jesús. Sí, Jesús también fue tentado, por ello, no nos escandalicemos por las tentaciones: son inherentes a nuestra naturaleza caída. Hago hincapié en esto pues muchas personas tienden al escrúpulo y ven en la tentación, el sentir ya un pecado y no es así. Una cosa es sentir y otra consentir. En Cristo, como diría San Agustín, nosotros aprendemos a afrontar las tentaciones y a vencerlas.
El hilo conductor de las tentaciones es siempre el mismo: la mentira. Satanás ofrece lo que no puede dar, pero es experto en mentir porque es el padre de la mentira y no olvidemos que es un Ángel, por lo que es muy listo. Por ello, no entremos en diálogo con la tentación porque cuando empezamos a dialogar seguramente caeremos, porque lo que nos ofrece el tentador nos apetece a primera vista, como le pasó a Eva. En Cristo vemos la actitud que hemos que tener los cristianos: no dialoga, es tajante y sabe que con la tentación no se juega. Por ello las respuestas que da son siempre muy contundentes.
El Catecismo de la Iglesia católica nos enseña que los enemigos del alma son tres: el demonio, el mundo y la carne. El demonio pocas veces se nos presentará en la vida… pero el mundo y la carne los tenemos siempre ahí para tentarnos. El mundo, entendido como San Juan lo explica, es decir, todo lo que se opone a Dios, materialismo, ese deseo desenfrenado de tener, de aparentar… nos adormece e hipnotiza y nos hace morir y renunciar lentamente a los grandes ideales… pues nos hace olvidar que estamos aquí de paso camino a la eternidad. Y por último, nosotros mismos: nuestra pereza, sensualidad, soberbia, orgullo, vanidad… cada uno sabe por dónde cojea y es ahí donde tenemos que reforzar nuestra vida espiritual. Es, en definitiva, esa pasión que cada uno lleva y que debe encauzar para que sea ocasión de dar gloria a Dios, más que de caída.
Hace años leyendo una vida de San Juan Bosco me gustó una anécdota. Cuenta que Juan Bosco estaba dando un paseo por Valdocco donde fundó el primer oratorio. En eso vio en la valla que separaba la propiedad de la calle, al demonio sentado. Juan Bosco le preguntó que cómo es que estaba ahí y no estaba dentro, como siempre, tentando a sus chicos. El demonio le respondió: “no entro… tengo dentro a mis secretarios…” Pues bien, no seamos secretarios del demonio, es decir, no seamos ocasión para que otros ofendan a Dios. Cuidemos de no ser sus secretarios con la maledicencia, la crítica, los juicios temerarios sobre personas e instituciones.
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Comentario del Evangelio | II Domingo de Cuaresma. La Transfiguración | 5.3.2023
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano ...
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su
hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña alta. Se transfiguró
delante de ellos, y su rostro ...resplandecía como el sol, y sus vestidos
se volvieron blancos como la luz. Y se les aparecieron Moisés y Elías
conversando con él.
Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús: - «Señor, ¡qué
bien se está aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra
para Moisés y otra para Elías.» Todavía estaba hablando cuando una
nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía:
- «Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo.» Al oírlo,
los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto. Jesús se acercó
y, tocándolos, les dijo: - «Levantaos, no temáis.» Al alzar los
ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: - «No contéis a
nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los
muertos.»
Hoy la liturgia nos presenta la Transfiguración del Señor. Quiero
destacar una frase del Evangelio: “Levantaos, no temáis”.
Dios no nos puede dar miedo. El encuentro con Dios, es decir la
Transfiguración, la experiencia de Cristo, si es auténtica, no nos
puede dar miedo. El Dios revelado por Jesucristo no nos da miedo, al
contrario, nos lleva a la confianza.
Esta frase de Jesús es una constante en el Evangelio:
* “No temáis pequeño rebaño…” (Lucas 12, 32)_
* A Pedro que se hundía por las olas… (Mateo 14, 31)
* A los apóstoles en la barca: “tranquilizaos, soy yo. No tengáis
miedo” (Mateo 14, 27)
* A después de la resurrección:“no temáis, yo estoy con
vosotros todos los días hasta el final de los tiempos…” (Mateo 28,
20)
* Al ángel Gabriel a María Santísima:“No temas María…”
(Lucas 1, 30)
El miedo y la Fe son dos antagonistas que se juegan el corazón del
hombre. _“No tengas miedo”_ son como los buenos días de Dios porque
tenemos muchísimos miedos: al futuro, a lo desconocido, miedo a
nosotros mismos, a qué será de los hijos, del mundo… miedos,
miedos… y ante los miedos queremos seguridades, blindarnos… ¿pero
es esta la solución?
El origen del miedo está en el pecado original:“te oí en el
jardín, tuve miedo porque estaba desnudo, y me escondí” (Génesis 3,
10). Se escondieron de Dios...
La causa está en el miedo que le tenemos a Dios. Relacionamos siempre
pecado con penitencia, que es la lógica humana. No se ve la cara de la
Misericordia de Dios: el pecado está en la deformación del rostro de
Dios. Tenemos una imagen de un Dios muy humano con pasiones humanas que
quita, que se enfada, que reprime, que le importa más la ley que los
hijos, más la norma que la felicidad... pero si nos equivocarnos sobre
Dios es lo peor, porque luego nos equivocamos en todo, en la visión que
tengamos del prójimo y de nosotros mismos. Cuando no vemos el verdadero
rostro de Dios es cuando tampoco podemos describir al prójimo. El miedo
se vence con la fe y con la confianza.
Muchas veces hemos hecho, creado, teología sobre un Dios a nuestra
medida, muy humano y ¡Dios es mucho más! Señor: tengo necesidad, me
fío, confío_. La confianza tiene que estar acompañada por la
fidelidad y la perseverancia. No tener miedo, no dar miedo, librar del
miedo: misión que todo cristiano debería asumir en su vida. Lo que
importa es una relación nueva, confiada con Dios. Vencer el miedo con
la confianza. El miedo siempre produce tristeza, melancolía,
sufrimiento, esclavitud…
Las palabras de San Juan Pablo II en el balcón de la basílica de San
Pedro fueron justamente estas: “non abbiate paura aprite anzi
spalancate le porte a cristo”: no tengáis miedo, abrid, es más,
abrid las puertas de par en par para que entre Cristo. Palabras que
estremecen.
Pedro en la montaña de la Transfiguración ve el verdadero rostro de
Cristo y enloquece: “hagamos tres tiendas…” Se olvida de la
suya, es que así es: cuando nos encontramos con el verdadero rostro de
Cristo nos olvidamos de nosotros mismos y es cuando nos damos cuenta de
que hay un “tú” que me necesita y ese “yo” tan lleno de miedos
va desapareciendo.
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hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña alta. Se transfiguró
delante de ellos, y su rostro ...resplandecía como el sol, y sus vestidos
se volvieron blancos como la luz. Y se les aparecieron Moisés y Elías
conversando con él.
Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús: - «Señor, ¡qué
bien se está aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra
para Moisés y otra para Elías.» Todavía estaba hablando cuando una
nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía:
- «Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo.» Al oírlo,
los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto. Jesús se acercó
y, tocándolos, les dijo: - «Levantaos, no temáis.» Al alzar los
ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: - «No contéis a
nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los
muertos.»
Hoy la liturgia nos presenta la Transfiguración del Señor. Quiero
destacar una frase del Evangelio: “Levantaos, no temáis”.
Dios no nos puede dar miedo. El encuentro con Dios, es decir la
Transfiguración, la experiencia de Cristo, si es auténtica, no nos
puede dar miedo. El Dios revelado por Jesucristo no nos da miedo, al
contrario, nos lleva a la confianza.
Esta frase de Jesús es una constante en el Evangelio:
* “No temáis pequeño rebaño…” (Lucas 12, 32)_
* A Pedro que se hundía por las olas… (Mateo 14, 31)
* A los apóstoles en la barca: “tranquilizaos, soy yo. No tengáis
miedo” (Mateo 14, 27)
* A después de la resurrección:“no temáis, yo estoy con
vosotros todos los días hasta el final de los tiempos…” (Mateo 28,
20)
* Al ángel Gabriel a María Santísima:“No temas María…”
(Lucas 1, 30)
El miedo y la Fe son dos antagonistas que se juegan el corazón del
hombre. _“No tengas miedo”_ son como los buenos días de Dios porque
tenemos muchísimos miedos: al futuro, a lo desconocido, miedo a
nosotros mismos, a qué será de los hijos, del mundo… miedos,
miedos… y ante los miedos queremos seguridades, blindarnos… ¿pero
es esta la solución?
El origen del miedo está en el pecado original:“te oí en el
jardín, tuve miedo porque estaba desnudo, y me escondí” (Génesis 3,
10). Se escondieron de Dios...
La causa está en el miedo que le tenemos a Dios. Relacionamos siempre
pecado con penitencia, que es la lógica humana. No se ve la cara de la
Misericordia de Dios: el pecado está en la deformación del rostro de
Dios. Tenemos una imagen de un Dios muy humano con pasiones humanas que
quita, que se enfada, que reprime, que le importa más la ley que los
hijos, más la norma que la felicidad... pero si nos equivocarnos sobre
Dios es lo peor, porque luego nos equivocamos en todo, en la visión que
tengamos del prójimo y de nosotros mismos. Cuando no vemos el verdadero
rostro de Dios es cuando tampoco podemos describir al prójimo. El miedo
se vence con la fe y con la confianza.
Muchas veces hemos hecho, creado, teología sobre un Dios a nuestra
medida, muy humano y ¡Dios es mucho más! Señor: tengo necesidad, me
fío, confío_. La confianza tiene que estar acompañada por la
fidelidad y la perseverancia. No tener miedo, no dar miedo, librar del
miedo: misión que todo cristiano debería asumir en su vida. Lo que
importa es una relación nueva, confiada con Dios. Vencer el miedo con
la confianza. El miedo siempre produce tristeza, melancolía,
sufrimiento, esclavitud…
Las palabras de San Juan Pablo II en el balcón de la basílica de San
Pedro fueron justamente estas: “non abbiate paura aprite anzi
spalancate le porte a cristo”: no tengáis miedo, abrid, es más,
abrid las puertas de par en par para que entre Cristo. Palabras que
estremecen.
Pedro en la montaña de la Transfiguración ve el verdadero rostro de
Cristo y enloquece: “hagamos tres tiendas…” Se olvida de la
suya, es que así es: cuando nos encontramos con el verdadero rostro de
Cristo nos olvidamos de nosotros mismos y es cuando nos damos cuenta de
que hay un “tú” que me necesita y ese “yo” tan lleno de miedos
va desapareciendo.
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Comentario del Evangelio | III Domingo de Cuaresma. La Samaritana | 11.3.2023
II DOMINGO DE CUARESMA. Año A _La Samaritana_ _Evangelio_ Juan 4,5-42: ...
II DOMINGO DE CUARESMA. Año A
_La Samaritana_
_Evangelio_
Juan 4,5-42: Un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna.
_En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaria llamado Sicar,
cerca del ...campo que dio Jacob a su hijo José; allí estaba el
manantial de Jacob. Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado
junto al manantial. Era alrededor del mediodía. Llega una mujer de
Samaria a sacar agua, y Jesús le dice: - «Dame de beber.»_
__
_Sus discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida. La
samaritana le dice: - «¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a
mí, que soy samaritana?» Porque los judíos no se tratan con los
samaritanos._
__
_Jesús le contestó: - «Si conocieras el don de Dios y quién es el
que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva.»_
__
_La mujer le dice: - «Señor, si no tienes cubo, y el pozo es hondo,
¿de dónde sacas el agua viva?; ¿eres tú más que nuestro padre
Jacob, que nos dio este pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus
ganados?»_
__
_Jesús le contestó: - «El que bebe de esta agua vuelve a tener sed;
pero el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed: el
agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua
que salta hasta la vida eterna.»_
__
_La mujer le dice: - «Señor, dame esa agua: así no tendré más sed,
ni tendré que venir aquí a sacarla.»_
__
_Él le dice: - «Anda, llama a tu marido y vuelve.»_
__
_La mujer le contesta: - «No tengo marido.»_
__
_Jesús le dice: - «Tienes razón, que no tienes marido: has tenido ya
cinco, y el de ahora no es tu marido. En eso has dicho la verdad.»_
__
_La mujer le dice: - «Señor, veo que tú eres un profeta. Nuestros
padres dieron culto en este monte, y vosotros decís que el sitio
donde se debe dar culto está en Jerusalén.»_
__
_Jesús le dice: - «Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este
monte ni en Jerusalén daréis culto al Padre. Vosotros dais culto a uno
que no conocéis; nosotros adoramos a uno que conocemos, porque la
salvación viene de los judíos._
__
_Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los que quieran dar
culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque el
Padre desea que le den culto así. Dios es espíritu, y los que le dan
culto deben hacerlo en espíritu y verdad.»_
__
_La mujer le dice: - «Sé que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando
venga, él nos lo dirá todo.»_
__
_Jesús le dice: - «Soy yo, el que habla contigo.»_
__
_En esto llegaron sus discípulos y se extrañaban de que estuviera
hablando con una mujer, aunque ninguno le dijo: «¿Qué le preguntas
o de qué le hablas?»_
__
_La mujer entonces dejó su cántaro, se fue al pueblo y dijo a la
gente: - «Venid a ver un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho;
¿será éste el Mesías?»_
__
_Salieron del pueblo y se pusieron en camino adonde estaba él. Mientras
tanto sus discípulos le insistían: - «Maestro, come.»_
__
_Él les dijo: - «Yo tengo por comida un alimento que vosotros no
conocéis.»_
__
_Los discípulos comentaban entre ellos: - «¿Le habrá traído alguien
de comer?»_
__
_Jesús les dice: - «Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió
y llevar a término su obra. ¿No decís vosotros que faltan todavía
cuatro meses para la cosecha? Yo os digo esto: Levantad los ojos y
contemplad los campos, que están ya dorados para la siega; el segador
ya está recibiendo salario y almacenando fruto para la vida eterna: y
así, se alegran lo mismo sembrador y segador._
__
_Con todo, tiene razón el proverbio: Uno siembra y otro siega. Yo os
envié a segar lo que no habéis sudado. Otros sudaron, y vosotros
recogéis el fruto de sus sudores.»_
__
_En aquel pueblo muchos samaritanos creyeron en él por el testimonio
que había dado la mujer: «Me ha dicho todo lo que he hecho.»_
__
_Así, cuando llegaron a verlo los samaritanos, le rogaban que se
quedara con ellos. Y se quedó allí dos días. Todavía creyeron
muchos más por su predicación, y decían a la mujer: - «Ya no creemos
por lo que tú dices; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él
es de verdad el Salvador del mundo.»_
__
En la primera lectura (Éxodo 17, 3-7), el pueblo de Israel se queja a
Moisés y le dice: “¿está el Señor entre nosotros o no? Esta
pregunta me la han planteado muchas personas que me encuentro por la
calle. ¿Dónde está Dios, que está permitiendo esto o aquello? Somos
geniales para pedir cuentas a los demás y a Dios también, si hace
falta, porque Él tiene que estar a nuestro servicio y antojo. Pero, es
el Señor quien me hace la pregunta: ¿dónde estás tú? Como le
preguntó a Adán y Eva: ¿estás conmigo?, ¿o con quién estás?
(Génesis 3, 9). ¿Quizás has endiosado a las criaturas y les has
rendido culto: bienestar, ciencia, tecnología, moda, diversión,
apariencias, comodidad, sensualidad, etc.?[+] Mostrar más
_La Samaritana_
_Evangelio_
Juan 4,5-42: Un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna.
_En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaria llamado Sicar,
cerca del ...campo que dio Jacob a su hijo José; allí estaba el
manantial de Jacob. Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado
junto al manantial. Era alrededor del mediodía. Llega una mujer de
Samaria a sacar agua, y Jesús le dice: - «Dame de beber.»_
__
_Sus discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida. La
samaritana le dice: - «¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a
mí, que soy samaritana?» Porque los judíos no se tratan con los
samaritanos._
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_Jesús le contestó: - «Si conocieras el don de Dios y quién es el
que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva.»_
__
_La mujer le dice: - «Señor, si no tienes cubo, y el pozo es hondo,
¿de dónde sacas el agua viva?; ¿eres tú más que nuestro padre
Jacob, que nos dio este pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus
ganados?»_
__
_Jesús le contestó: - «El que bebe de esta agua vuelve a tener sed;
pero el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed: el
agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua
que salta hasta la vida eterna.»_
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_La mujer le dice: - «Señor, dame esa agua: así no tendré más sed,
ni tendré que venir aquí a sacarla.»_
__
_Él le dice: - «Anda, llama a tu marido y vuelve.»_
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_La mujer le contesta: - «No tengo marido.»_
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_Jesús le dice: - «Tienes razón, que no tienes marido: has tenido ya
cinco, y el de ahora no es tu marido. En eso has dicho la verdad.»_
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_La mujer le dice: - «Señor, veo que tú eres un profeta. Nuestros
padres dieron culto en este monte, y vosotros decís que el sitio
donde se debe dar culto está en Jerusalén.»_
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_Jesús le dice: - «Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este
monte ni en Jerusalén daréis culto al Padre. Vosotros dais culto a uno
que no conocéis; nosotros adoramos a uno que conocemos, porque la
salvación viene de los judíos._
__
_Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los que quieran dar
culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque el
Padre desea que le den culto así. Dios es espíritu, y los que le dan
culto deben hacerlo en espíritu y verdad.»_
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_La mujer le dice: - «Sé que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando
venga, él nos lo dirá todo.»_
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_Jesús le dice: - «Soy yo, el que habla contigo.»_
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_En esto llegaron sus discípulos y se extrañaban de que estuviera
hablando con una mujer, aunque ninguno le dijo: «¿Qué le preguntas
o de qué le hablas?»_
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_La mujer entonces dejó su cántaro, se fue al pueblo y dijo a la
gente: - «Venid a ver un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho;
¿será éste el Mesías?»_
__
_Salieron del pueblo y se pusieron en camino adonde estaba él. Mientras
tanto sus discípulos le insistían: - «Maestro, come.»_
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_Él les dijo: - «Yo tengo por comida un alimento que vosotros no
conocéis.»_
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_Los discípulos comentaban entre ellos: - «¿Le habrá traído alguien
de comer?»_
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_Jesús les dice: - «Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió
y llevar a término su obra. ¿No decís vosotros que faltan todavía
cuatro meses para la cosecha? Yo os digo esto: Levantad los ojos y
contemplad los campos, que están ya dorados para la siega; el segador
ya está recibiendo salario y almacenando fruto para la vida eterna: y
así, se alegran lo mismo sembrador y segador._
__
_Con todo, tiene razón el proverbio: Uno siembra y otro siega. Yo os
envié a segar lo que no habéis sudado. Otros sudaron, y vosotros
recogéis el fruto de sus sudores.»_
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_En aquel pueblo muchos samaritanos creyeron en él por el testimonio
que había dado la mujer: «Me ha dicho todo lo que he hecho.»_
__
_Así, cuando llegaron a verlo los samaritanos, le rogaban que se
quedara con ellos. Y se quedó allí dos días. Todavía creyeron
muchos más por su predicación, y decían a la mujer: - «Ya no creemos
por lo que tú dices; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él
es de verdad el Salvador del mundo.»_
__
En la primera lectura (Éxodo 17, 3-7), el pueblo de Israel se queja a
Moisés y le dice: “¿está el Señor entre nosotros o no? Esta
pregunta me la han planteado muchas personas que me encuentro por la
calle. ¿Dónde está Dios, que está permitiendo esto o aquello? Somos
geniales para pedir cuentas a los demás y a Dios también, si hace
falta, porque Él tiene que estar a nuestro servicio y antojo. Pero, es
el Señor quien me hace la pregunta: ¿dónde estás tú? Como le
preguntó a Adán y Eva: ¿estás conmigo?, ¿o con quién estás?
(Génesis 3, 9). ¿Quizás has endiosado a las criaturas y les has
rendido culto: bienestar, ciencia, tecnología, moda, diversión,
apariencias, comodidad, sensualidad, etc.?[+] Mostrar más

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Comentario del Evangelio | IV Domingo de Cuaresma | 18.3.2023
IV DOMINGO DE CUARESMA. Año A "Domingo Laetare" El ciego de nacimiento ...
IV DOMINGO DE CUARESMA. Año A
"Domingo Laetare"
El ciego de nacimiento
Evangelio
Juan 9, 1-41: Fue, se lavó y volvió con vista.
En aquel tiempo, al pasar Jesús vio a un hombre ciego de ...nacimiento. Y sus discípulos le preguntaron: - «Maestro, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que naciera ciego?»
Jesús contestó: - «Ni éste pecó ni sus padres, sino para que se manifiesten en él las obras de Dios. Mientras es de día, tenemos que hacer las obras del que me ha enviado; viene la noche, y nadie podrá hacerlas. Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo.»
Dicho esto, escupió en tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego y le dijo:
- «Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado).»
Él fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban: - «¿No es ése el que se sentaba a pedir?»
Unos decían: - «El mismo.»
Otros decían: - «No es él, pero se le parece.»
Él respondía: - «Soy yo.»
Y le preguntaban:
- «¿Y cómo se te han abierto los ojos?»
Él contestó: - «Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, me lo untó en los ojos y me dijo que fuese a Siloé y que me lavase. Entonces fui, me lavé, y empecé a ver.»
Le preguntaron: - «¿Dónde está él?»
Contestó: - «No sé.»
Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista. ......
Reflexión.
Escuchemos hoy la Palabra del Señor que nos consuela con el Salmo 22: El Señor es mi pastor nada me falta... cuando el Señor es mi pastor nada me falta.
Cuando tenemos otros pastores que ven venir a los lobos, huyen y nos abandonan... ¿dónde están las seguridades humanas de nuestro mundo occidental? Estamos todos con temor ante lo desconocido. Es hora de volver al amor de Dios, es hora de volver a lo esencial. El Señor es mi pastor nada me falta.
La primera lectura (1 Samuel 16, 1-13) nos narra cuando el Señor le pidió a Samuel que ungiera al rey de Israel y le dice: "no te fijes en la apariencia, ni en lo elevado de su estatura... pues el hombre mira a los ojos, pero el Señor mira al corazón" (1 Sm 16, 7).
Y en el Evangelio vemos también cómo mira el Señor: Dios nos mira con compasión, nos mira con ternura, con misericordia. Dejémonos mirar por Dios, no rehuyamos su mirada amorosa, dejemos que su mirada cale en nuestro corazón. No seamos como el joven rico al que el Señor miró con amor, pero que rehuyó la mirada de Dios para quedarse con sus dioses, con sus riquezas... que al final no llenan el corazón.
Los apóstoles, en el Evangelio de hoy, preguntan quién pecó, el ciego o sus padres, para que naciera así. Tendemos a fijarnos mucho en las apariencias y nos dejamos llevar por ellas. A esto se suma que con frecuencia etiquetamos al prójimo y éste pasa a ser según yo lo tengo etiquetado. A veces, incluso somos capaces de juzgar el interior, porque afirmamos que ése ha obrado o dejado de obrar por este o aquel motivo.
Miremos con compasión al prójimo como Cristo, todos estamos heridos. Como dice el Papa Francisco, la Iglesia es un hospital de campaña, es decir, aquí todos estamos heridos, somos imperfectos, somos frágiles, somos criaturas... estamos ciegos como este chico que nos presenta el Evangelio.
El Señor nos mira con amor para que se nos abra la vista, para que veamos la realidad como es. No como a mí me gustaría que fuera, o como según yo creo que las cosas tendrían que ser para ser feliz. No, la realidad es la que es, la realidad se me presenta, se me impone, y es ahí en mi realidad concreta donde me busca Dios, donde Dios viene a buscarme.
Sólo hay un camino: el de la aceptación. Cuando aceptamos somos positivos, somos alegres, entusiastas. El problema no se me quitará, pero lo veré con otros ojos, es decir, con los ojos de Dios, para ver el mundo y a mí mismo con sus ojos: ojos de misericordia y compresión.
Incluso en medio del dolor y del sufrimiento me preguntaré: no por qué permite esto Dios, si no para qué... Dios no nos libra de la cruz, nos salva en la cruz. No libra a este chico de nacer ciego, si no que en su ceguera le devuelve la vista para Gloria de Dios.
El Señor nos quiere decir algo, nos quiere enseñar quizás a ser conscientes de nuestra finitud, de nuestra pobreza, de nuestra fragilidad, de nuestras cegueras para salgamos de este modo habiendo recuperado la vista y viendo al mundo, al prójimo con los ojos de Dios.
Ayudemos a los que nos rodean, estemos atentos a las necesidades del otro, dediquemos nuestro tiempo a los demás, llamemos a los que están lejos, un mensaje, oremos por el prójimo, la familia, amigos, vecinos...
Que tengáis un buen domingo en familia, dediquemos tiempo en este día para la meditación de la palabra de Dios y hagámoslo en familia, no tengamos vergüenza a hablar entre nosotros de Dios y de su palabra y de lo que nos quiere decir en nuestra vida concreta, veréis cuánto os ayuda. ¡Dios os bendiga![+] Mostrar más
"Domingo Laetare"
El ciego de nacimiento
Evangelio
Juan 9, 1-41: Fue, se lavó y volvió con vista.
En aquel tiempo, al pasar Jesús vio a un hombre ciego de ...nacimiento. Y sus discípulos le preguntaron: - «Maestro, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que naciera ciego?»
Jesús contestó: - «Ni éste pecó ni sus padres, sino para que se manifiesten en él las obras de Dios. Mientras es de día, tenemos que hacer las obras del que me ha enviado; viene la noche, y nadie podrá hacerlas. Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo.»
Dicho esto, escupió en tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego y le dijo:
- «Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado).»
Él fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban: - «¿No es ése el que se sentaba a pedir?»
Unos decían: - «El mismo.»
Otros decían: - «No es él, pero se le parece.»
Él respondía: - «Soy yo.»
Y le preguntaban:
- «¿Y cómo se te han abierto los ojos?»
Él contestó: - «Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, me lo untó en los ojos y me dijo que fuese a Siloé y que me lavase. Entonces fui, me lavé, y empecé a ver.»
Le preguntaron: - «¿Dónde está él?»
Contestó: - «No sé.»
Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista. ......
Reflexión.
Escuchemos hoy la Palabra del Señor que nos consuela con el Salmo 22: El Señor es mi pastor nada me falta... cuando el Señor es mi pastor nada me falta.
Cuando tenemos otros pastores que ven venir a los lobos, huyen y nos abandonan... ¿dónde están las seguridades humanas de nuestro mundo occidental? Estamos todos con temor ante lo desconocido. Es hora de volver al amor de Dios, es hora de volver a lo esencial. El Señor es mi pastor nada me falta.
La primera lectura (1 Samuel 16, 1-13) nos narra cuando el Señor le pidió a Samuel que ungiera al rey de Israel y le dice: "no te fijes en la apariencia, ni en lo elevado de su estatura... pues el hombre mira a los ojos, pero el Señor mira al corazón" (1 Sm 16, 7).
Y en el Evangelio vemos también cómo mira el Señor: Dios nos mira con compasión, nos mira con ternura, con misericordia. Dejémonos mirar por Dios, no rehuyamos su mirada amorosa, dejemos que su mirada cale en nuestro corazón. No seamos como el joven rico al que el Señor miró con amor, pero que rehuyó la mirada de Dios para quedarse con sus dioses, con sus riquezas... que al final no llenan el corazón.
Los apóstoles, en el Evangelio de hoy, preguntan quién pecó, el ciego o sus padres, para que naciera así. Tendemos a fijarnos mucho en las apariencias y nos dejamos llevar por ellas. A esto se suma que con frecuencia etiquetamos al prójimo y éste pasa a ser según yo lo tengo etiquetado. A veces, incluso somos capaces de juzgar el interior, porque afirmamos que ése ha obrado o dejado de obrar por este o aquel motivo.
Miremos con compasión al prójimo como Cristo, todos estamos heridos. Como dice el Papa Francisco, la Iglesia es un hospital de campaña, es decir, aquí todos estamos heridos, somos imperfectos, somos frágiles, somos criaturas... estamos ciegos como este chico que nos presenta el Evangelio.
El Señor nos mira con amor para que se nos abra la vista, para que veamos la realidad como es. No como a mí me gustaría que fuera, o como según yo creo que las cosas tendrían que ser para ser feliz. No, la realidad es la que es, la realidad se me presenta, se me impone, y es ahí en mi realidad concreta donde me busca Dios, donde Dios viene a buscarme.
Sólo hay un camino: el de la aceptación. Cuando aceptamos somos positivos, somos alegres, entusiastas. El problema no se me quitará, pero lo veré con otros ojos, es decir, con los ojos de Dios, para ver el mundo y a mí mismo con sus ojos: ojos de misericordia y compresión.
Incluso en medio del dolor y del sufrimiento me preguntaré: no por qué permite esto Dios, si no para qué... Dios no nos libra de la cruz, nos salva en la cruz. No libra a este chico de nacer ciego, si no que en su ceguera le devuelve la vista para Gloria de Dios.
El Señor nos quiere decir algo, nos quiere enseñar quizás a ser conscientes de nuestra finitud, de nuestra pobreza, de nuestra fragilidad, de nuestras cegueras para salgamos de este modo habiendo recuperado la vista y viendo al mundo, al prójimo con los ojos de Dios.
Ayudemos a los que nos rodean, estemos atentos a las necesidades del otro, dediquemos nuestro tiempo a los demás, llamemos a los que están lejos, un mensaje, oremos por el prójimo, la familia, amigos, vecinos...
Que tengáis un buen domingo en familia, dediquemos tiempo en este día para la meditación de la palabra de Dios y hagámoslo en familia, no tengamos vergüenza a hablar entre nosotros de Dios y de su palabra y de lo que nos quiere decir en nuestra vida concreta, veréis cuánto os ayuda. ¡Dios os bendiga![+] Mostrar más

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Comentario del Evangelio | Solemnidad de San José | 20.3.2023
Hoy, en la Solemnidad de San José, se nos invita a reflexionar en la ...
Hoy, en la Solemnidad de San José, se nos invita a reflexionar en la figura de San José.
Dice el Evangelio que era un hombre justo. Para el pueblo judío ...decir que alguien es justo es el calificativo más alto; es decir, era una persona buena, honesta, honrada, fiel a la palabra dada, responsable. Éste es San José, padre putativo de Jesús. Y es que José es el santo de la vida ordinaria, es el santo del deber cumplido.
Me llama mucho la atención cuando miro las estampas del Belén. Veo que José está siempre en segundo plano, como en penumbra, como que no quiere aparecer. El Niño Jesús en el centro, María Santísima arropándolo y José ahí en segundo plano, viendo que todo vaya bien. No tenemos ninguna palabra suya, sólo sus actos, y es que las almas grandes son así: pocas palabras y muchas obras, muchos detalles. ¡Es que José es un personaje muy grande! Perdonad que me emocione, pero es que es así, es el santo del día a día, del deber cumplido.
Cuánto podemos aprender de José nosotros los cristianos, que muchas veces vamos detrás de lo novedoso, de los fuegos artificiales, de los momentos espirituales novedosos y llamativos. Pero esto no puede fundamentar nuestra vida, pues al final todo ello es como esos fuegos artificiales: nos deslumbran en la noche unos segundos y después qué queda... la noche y un polvillo que cae, es decir, nada...
Decía John Henry Newman que hay quienes buscan estimulantes poderosos para mantener su corazón en un estado de exaltación que han aprendido a considerar como la esencia de la vida cristiana. José era el santo de lo sencillo, del trabajo de cada día, cuidando a María y al Niño Jesús, José era un hombre bueno... qué importante es esto: ser, no aparecer... cuando vivimos en la cultura de la apariencia, de llamar la atención. José era bueno y sus obras lo corroboraban.
Seamos lo que tenemos que ser, sin aparentar, busquemos ser hoy mejores que ayer. Busquemos que nuestra vida cristiana se caracterice por obrar siempre de cara a Dios, no de cara a lo que digan, piensen u opinen los demás.
San José es el patrono de las vocaciones. "Rogad al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies" (San Lucas 10, 2). ¡Qué importante es rezar por las vocaciones sacerdotales y religiosas! Como cristianos tenemos el deber de orar por ellas, para que ninguna se pierda. Rezar por las vocaciones es rezar por todos nosotros, por toda la Iglesia, para que tengamos santos colaboradores del Buen Pastor, que nos acerquen más al Señor y a María Santísima, que administren los Sacramentos que tanto necesitamos en nuestra peregrinación hacia la Vida Eterna.
Miremos a José estos días. Confieso que en mi vida personal es motivo de inspiración y suscita siempre en mí una especial devoción. San José, ruega por nosotros y prepara nuestro corazón para acoger a Jesús como tú lo acogiste. Miremos a Jesús con los ojos de José, ¡veréis cuánto os podrá ayudar!
Síguenos en nuestra página web http://www.populartvcantabria.com y en nuestras redes sociales:
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Dice el Evangelio que era un hombre justo. Para el pueblo judío ...decir que alguien es justo es el calificativo más alto; es decir, era una persona buena, honesta, honrada, fiel a la palabra dada, responsable. Éste es San José, padre putativo de Jesús. Y es que José es el santo de la vida ordinaria, es el santo del deber cumplido.
Me llama mucho la atención cuando miro las estampas del Belén. Veo que José está siempre en segundo plano, como en penumbra, como que no quiere aparecer. El Niño Jesús en el centro, María Santísima arropándolo y José ahí en segundo plano, viendo que todo vaya bien. No tenemos ninguna palabra suya, sólo sus actos, y es que las almas grandes son así: pocas palabras y muchas obras, muchos detalles. ¡Es que José es un personaje muy grande! Perdonad que me emocione, pero es que es así, es el santo del día a día, del deber cumplido.
Cuánto podemos aprender de José nosotros los cristianos, que muchas veces vamos detrás de lo novedoso, de los fuegos artificiales, de los momentos espirituales novedosos y llamativos. Pero esto no puede fundamentar nuestra vida, pues al final todo ello es como esos fuegos artificiales: nos deslumbran en la noche unos segundos y después qué queda... la noche y un polvillo que cae, es decir, nada...
Decía John Henry Newman que hay quienes buscan estimulantes poderosos para mantener su corazón en un estado de exaltación que han aprendido a considerar como la esencia de la vida cristiana. José era el santo de lo sencillo, del trabajo de cada día, cuidando a María y al Niño Jesús, José era un hombre bueno... qué importante es esto: ser, no aparecer... cuando vivimos en la cultura de la apariencia, de llamar la atención. José era bueno y sus obras lo corroboraban.
Seamos lo que tenemos que ser, sin aparentar, busquemos ser hoy mejores que ayer. Busquemos que nuestra vida cristiana se caracterice por obrar siempre de cara a Dios, no de cara a lo que digan, piensen u opinen los demás.
San José es el patrono de las vocaciones. "Rogad al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies" (San Lucas 10, 2). ¡Qué importante es rezar por las vocaciones sacerdotales y religiosas! Como cristianos tenemos el deber de orar por ellas, para que ninguna se pierda. Rezar por las vocaciones es rezar por todos nosotros, por toda la Iglesia, para que tengamos santos colaboradores del Buen Pastor, que nos acerquen más al Señor y a María Santísima, que administren los Sacramentos que tanto necesitamos en nuestra peregrinación hacia la Vida Eterna.
Miremos a José estos días. Confieso que en mi vida personal es motivo de inspiración y suscita siempre en mí una especial devoción. San José, ruega por nosotros y prepara nuestro corazón para acoger a Jesús como tú lo acogiste. Miremos a Jesús con los ojos de José, ¡veréis cuánto os podrá ayudar!
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Comentario del Evangelio| V Domingo de Cuaresma | La resurreción de Lázaro
En aquel tiempo, un cierto Lázaro, de Betania, la aldea de María y de ...
En aquel tiempo, un cierto Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta, su hermana, había caído enfermo. María era la que ungió al Señor con perfume y ...le enjugó los pies con su cabellera; el enfermo era su hermano Lázaro.
Las hermanas mandaron recado a Jesús, diciendo: - «Señor, tu amigo está enfermo.»
Jesús, al oírlo, dijo: - «Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.»
Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo, se quedó todavía dos días en donde estaba.
Sólo entonces dice a sus discípulos: - «Vamos otra vez a Judea.»
Los discípulos le replican: - «Maestro, hace poco intentaban apedrearte los judíos, ¿y vas a volver allí?»
Jesús contestó: - «¿No tiene el día doce horas? Si uno camina de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo; pero si camina de noche, tropieza, porque le falta la luz.»
Dicho esto, añadió: - «Lázaro, nuestro amigo, está dormido; voy a despertarlo.»
Entonces le dijeron sus discípulos: - «Señor, si duerme, se salvará.»
Jesús se refería a su muerte; en cambio, ellos creyeron que hablaba del sueño natural.
Entonces Jesús les replicó claramente: - «Lázaro ha muerto, y me alegro por vosotros de que no hayamos estado allí, para que creáis. Y ahora vamos a su casa.»
Entonces Tomás, apodado el Mellizo, dijo a los demás discípulos: - «Vamos también nosotros y muramos con él.»
Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Betania distaba poco de Jerusalén: unos tres kilómetros; y muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María, para darles el pésame por su hermano. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa. Y dijo Marta a Jesús:
- «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá.»
Jesús le dijo: - «Tu hermano resucitará.»
Marta respondió: - «Sé que resucitará en la resurrección del último día.»
Jesús le dice: - «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?»
Ella le contestó: - «Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.»
Y dicho esto, fue a llamar a su hermana María, diciéndole en voz baja: - «El Maestro está ahí y te llama.»
Apenas lo oyó, se levantó y salió adonde estaba él; porque Jesús no había entrado todavía en la aldea, sino que estaba aún donde Marta lo había encontrado. Los judíos que estaban con ella en casa consolándola, al ver que María se levantaba y salía deprisa, la siguieron, pensando que iba al sepulcro a llorar allí. Cuando llegó María adonde estaba Jesús, al verlo se echó a sus pies diciéndole:
- «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano.»
Jesús, viéndola llorar a ella y viendo llorar a los judíos que la acompañaban, sollozó y, muy conmovido, preguntó: - «¿Dónde lo habéis enterrado?»
Le contestaron: - «Señor, ven a verlo.»
Jesús se echó a llorar. Los judíos comentaban: - «¡Cómo lo quería!»
Pero algunos dijeron: - «Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que muriera éste?»
Jesús, sollozando de nuevo, llega al sepulcro. Era una cavidad cubierta con una losa.
Dice Jesús: - «Quitad la losa.»
Marta, la hermana del muerto, le dice: - «Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días.»
Jesús le dice: - «¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?»
Entonces quitaron la losa.
Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo: - «Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado.»
Y dicho esto, gritó con voz potente: - «Lázaro, ven afuera.»
El muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y la cara envuelta en un sudario.
Jesús les dijo: - «Desatadlo y dejadlo andar.»
Y muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él.
El Evangelio de este domingo previo al domingo de Ramos nos presenta la muerte de un amigo de Jesús, de Lázaro.
Dice el evangelio que Jesús amaba a Marta, María y Lázaro, eran sus amigos, sus amigos de Betania. Sus amigas le avisan: “Señor, el que tú amas está enfermo”, era el recado que mandaban las hermanas de Lázaro. Jesús, por lo que sea, tenía cosas que hacer y cuando llega dos días después ya había muerto. Los tiempos de Dios no son nuestros tiempos… Decía San Rafael Arnaiz que “La ciencia de la vida consiste en saber esperar”, saber esperar que Dios cuando Él quiera, no cuando nosotros queramos obrará en nuestra vida y aún en medio de las desgracias Él está actuando pues no olvidemos nunca que Dios “escribe recto en los renglones torcidos de nuestras vidas”.[+] Mostrar más
Las hermanas mandaron recado a Jesús, diciendo: - «Señor, tu amigo está enfermo.»
Jesús, al oírlo, dijo: - «Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.»
Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo, se quedó todavía dos días en donde estaba.
Sólo entonces dice a sus discípulos: - «Vamos otra vez a Judea.»
Los discípulos le replican: - «Maestro, hace poco intentaban apedrearte los judíos, ¿y vas a volver allí?»
Jesús contestó: - «¿No tiene el día doce horas? Si uno camina de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo; pero si camina de noche, tropieza, porque le falta la luz.»
Dicho esto, añadió: - «Lázaro, nuestro amigo, está dormido; voy a despertarlo.»
Entonces le dijeron sus discípulos: - «Señor, si duerme, se salvará.»
Jesús se refería a su muerte; en cambio, ellos creyeron que hablaba del sueño natural.
Entonces Jesús les replicó claramente: - «Lázaro ha muerto, y me alegro por vosotros de que no hayamos estado allí, para que creáis. Y ahora vamos a su casa.»
Entonces Tomás, apodado el Mellizo, dijo a los demás discípulos: - «Vamos también nosotros y muramos con él.»
Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Betania distaba poco de Jerusalén: unos tres kilómetros; y muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María, para darles el pésame por su hermano. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa. Y dijo Marta a Jesús:
- «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá.»
Jesús le dijo: - «Tu hermano resucitará.»
Marta respondió: - «Sé que resucitará en la resurrección del último día.»
Jesús le dice: - «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?»
Ella le contestó: - «Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.»
Y dicho esto, fue a llamar a su hermana María, diciéndole en voz baja: - «El Maestro está ahí y te llama.»
Apenas lo oyó, se levantó y salió adonde estaba él; porque Jesús no había entrado todavía en la aldea, sino que estaba aún donde Marta lo había encontrado. Los judíos que estaban con ella en casa consolándola, al ver que María se levantaba y salía deprisa, la siguieron, pensando que iba al sepulcro a llorar allí. Cuando llegó María adonde estaba Jesús, al verlo se echó a sus pies diciéndole:
- «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano.»
Jesús, viéndola llorar a ella y viendo llorar a los judíos que la acompañaban, sollozó y, muy conmovido, preguntó: - «¿Dónde lo habéis enterrado?»
Le contestaron: - «Señor, ven a verlo.»
Jesús se echó a llorar. Los judíos comentaban: - «¡Cómo lo quería!»
Pero algunos dijeron: - «Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que muriera éste?»
Jesús, sollozando de nuevo, llega al sepulcro. Era una cavidad cubierta con una losa.
Dice Jesús: - «Quitad la losa.»
Marta, la hermana del muerto, le dice: - «Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días.»
Jesús le dice: - «¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?»
Entonces quitaron la losa.
Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo: - «Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado.»
Y dicho esto, gritó con voz potente: - «Lázaro, ven afuera.»
El muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y la cara envuelta en un sudario.
Jesús les dijo: - «Desatadlo y dejadlo andar.»
Y muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él.
El Evangelio de este domingo previo al domingo de Ramos nos presenta la muerte de un amigo de Jesús, de Lázaro.
Dice el evangelio que Jesús amaba a Marta, María y Lázaro, eran sus amigos, sus amigos de Betania. Sus amigas le avisan: “Señor, el que tú amas está enfermo”, era el recado que mandaban las hermanas de Lázaro. Jesús, por lo que sea, tenía cosas que hacer y cuando llega dos días después ya había muerto. Los tiempos de Dios no son nuestros tiempos… Decía San Rafael Arnaiz que “La ciencia de la vida consiste en saber esperar”, saber esperar que Dios cuando Él quiera, no cuando nosotros queramos obrará en nuestra vida y aún en medio de las desgracias Él está actuando pues no olvidemos nunca que Dios “escribe recto en los renglones torcidos de nuestras vidas”.[+] Mostrar más

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Comentario del Evangelio | Misa Crismal
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Comentario del Evangelio | 30.04.2023 | IV Domingo de Pascua. Domingo del Buen Pastor
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Comentario del Evangelio | 7.5.2023| V Domingo de Pascua. Yo soy el camino, la verdad y la vida
V Domingo de Pascua. Año A. Yo soy el Camino y la Verdad y la Vida. ...
V Domingo de Pascua. Año A. Yo soy el Camino y la Verdad y la Vida.
Evangelio (Jn 14, 1-12)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No se turbe vuestro corazón, ...creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no, os lo habría dicho, porque me voy a prepararos un lugar. Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino».
Tomás le dice:
«Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?».
Jesús le responde:
«Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto».
Felipe le dice:
«Señor, muéstranos al Padre y nos basta».
Jesús le replica:
«Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre”? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí. Si no, creed a las obras.
En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aun mayores, porque yo me voy al Padre».
La Liturgia de la Palabra de este día nos suena a despedida, especialmente el Evangelio… nos suena a despedida pues ya se acerca la Solemnidad de la Ascensión. El Señor ve que los apóstoles están preocupados: “No se turbe vuestro corazón, creed en Dios, creed también en mí” (Jn 14, 1) ¿Qué significa esto? ¿Por qué el Señor les dice que si creen en Dios, que crean también en él?
Ante la pregunta sobre la Eternidad, sobre el más allá, surgen dudas, preguntas, interrogantes sin resolver, y cómo será y qué hay que hacer para llegar a la Eternidad, para poder llegar a las Moradas Eternas. Todas estas preguntas son muy humanas, compresibles, porque lo desconocido, aquello de lo que no hemos tenido experiencia, nos turba, nos preocupa; o mejor no pensarlo y vivir al margen de ello.
Nos preguntamos cómo ir, es más, cómo vivir. La respuesta está en Él: “Yo soy el camino, la verdad y la vida” y luego añade, “nadie va al Padre si no por mí” (Jn 14, 6). Aquí ya tenemos mucha materia para reflexionar. Cristo es el Camino. Todos queremos vivir en la verdad, nos duele que nos engañen y experimentamos el remordimiento cuando engañamos al prójimo o cuando no vivimos en la verdad de nuestra vida. El modo para vivir en la verdad está en el que es el Camino, Él ya ha recorrido el camino antes para indicarnos la vía que lleva al Padre.
Y dice también: “nadie va al Padre si no por mí” (Jn 14, 6), sólo Cristo salva, nosotros somos salvados en Cristo. Siempre se nos ha insistido en hacer cosas por Dios: hazlo por Dios, ofrécelo a Dios… esto es Antiguo Testamento, cumplimiento, cumple mandamientos, preceptos como camino para llegar a Dios, es decir, religión fría, cumplimiento… pero es que sólo Cristo salva.
Por más que nosotros hagamos obras, nadie puede presentarse ante Dios y decir: “Señor, he cumplido, aquí estoy… ¿cuál es mi morada? Pedro recoge mis maletas y llévalas…” No, sólo Cristo salva y en Él somos salvados. Ojo a lo que estoy diciendo: “en Él”. Ahí está el quid de la vida cristiana, en ser como Cristo, vivir en Cristo. El hacer cosas por Cristo está bien… pero se queda corto, es incompleto, tenemos que dar un paso más y hacerlas en Cristo, ahí radica la vida cristiana, “el Padre permanece en mí” (Jn 14, 10).
En la medida que nos dejemos tocar por Dios, en la medida que nuestra fe vaya creciendo y consolidándose en esa, iremos viviendo la vida en Él y la vida con Él. Hace unos días, comentando el Evangelio de la Anunciación, decía: “no temas, María, porque has hallado gracia ante Dios” (Lc 1, 30). Cuando en nuestra vida no está Dios, hay muchos temores, muchas cosas nos dan miedo, nos agobian, somos presa de las inseguridades. Pero cuando en nuestra vida está Dios, hay fe, hay confianza, hay amor, hay seguridad aun en medio de los problemas y dificultades propias de la vida.
Vivamos, por tanto, una vida nueva en Cristo, como nos recuerda la Oración Colecta después de la Comunión: “Asiste, Señor, a tu pueblo y haz que pasemos del antiguo pecado a la vida nueva los que hemos sido alimentados con los sacramentos del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.”
Felicidades a todas las madres en este día ¡Felicidades! Sois continuadoras de la obra creadora de Dios. Podéis encontrar en internet un cuento que se llama La creación una madre. Es el diálogo de Dios con un Ángel.[+] Mostrar más
Evangelio (Jn 14, 1-12)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No se turbe vuestro corazón, ...creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no, os lo habría dicho, porque me voy a prepararos un lugar. Cuando vaya y os prepare un lugar, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino».
Tomás le dice:
«Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?».
Jesús le responde:
«Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto».
Felipe le dice:
«Señor, muéstranos al Padre y nos basta».
Jesús le replica:
«Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre”? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras. Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí. Si no, creed a las obras.
En verdad, en verdad os digo: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aun mayores, porque yo me voy al Padre».
La Liturgia de la Palabra de este día nos suena a despedida, especialmente el Evangelio… nos suena a despedida pues ya se acerca la Solemnidad de la Ascensión. El Señor ve que los apóstoles están preocupados: “No se turbe vuestro corazón, creed en Dios, creed también en mí” (Jn 14, 1) ¿Qué significa esto? ¿Por qué el Señor les dice que si creen en Dios, que crean también en él?
Ante la pregunta sobre la Eternidad, sobre el más allá, surgen dudas, preguntas, interrogantes sin resolver, y cómo será y qué hay que hacer para llegar a la Eternidad, para poder llegar a las Moradas Eternas. Todas estas preguntas son muy humanas, compresibles, porque lo desconocido, aquello de lo que no hemos tenido experiencia, nos turba, nos preocupa; o mejor no pensarlo y vivir al margen de ello.
Nos preguntamos cómo ir, es más, cómo vivir. La respuesta está en Él: “Yo soy el camino, la verdad y la vida” y luego añade, “nadie va al Padre si no por mí” (Jn 14, 6). Aquí ya tenemos mucha materia para reflexionar. Cristo es el Camino. Todos queremos vivir en la verdad, nos duele que nos engañen y experimentamos el remordimiento cuando engañamos al prójimo o cuando no vivimos en la verdad de nuestra vida. El modo para vivir en la verdad está en el que es el Camino, Él ya ha recorrido el camino antes para indicarnos la vía que lleva al Padre.
Y dice también: “nadie va al Padre si no por mí” (Jn 14, 6), sólo Cristo salva, nosotros somos salvados en Cristo. Siempre se nos ha insistido en hacer cosas por Dios: hazlo por Dios, ofrécelo a Dios… esto es Antiguo Testamento, cumplimiento, cumple mandamientos, preceptos como camino para llegar a Dios, es decir, religión fría, cumplimiento… pero es que sólo Cristo salva.
Por más que nosotros hagamos obras, nadie puede presentarse ante Dios y decir: “Señor, he cumplido, aquí estoy… ¿cuál es mi morada? Pedro recoge mis maletas y llévalas…” No, sólo Cristo salva y en Él somos salvados. Ojo a lo que estoy diciendo: “en Él”. Ahí está el quid de la vida cristiana, en ser como Cristo, vivir en Cristo. El hacer cosas por Cristo está bien… pero se queda corto, es incompleto, tenemos que dar un paso más y hacerlas en Cristo, ahí radica la vida cristiana, “el Padre permanece en mí” (Jn 14, 10).
En la medida que nos dejemos tocar por Dios, en la medida que nuestra fe vaya creciendo y consolidándose en esa, iremos viviendo la vida en Él y la vida con Él. Hace unos días, comentando el Evangelio de la Anunciación, decía: “no temas, María, porque has hallado gracia ante Dios” (Lc 1, 30). Cuando en nuestra vida no está Dios, hay muchos temores, muchas cosas nos dan miedo, nos agobian, somos presa de las inseguridades. Pero cuando en nuestra vida está Dios, hay fe, hay confianza, hay amor, hay seguridad aun en medio de los problemas y dificultades propias de la vida.
Vivamos, por tanto, una vida nueva en Cristo, como nos recuerda la Oración Colecta después de la Comunión: “Asiste, Señor, a tu pueblo y haz que pasemos del antiguo pecado a la vida nueva los que hemos sido alimentados con los sacramentos del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.”
Felicidades a todas las madres en este día ¡Felicidades! Sois continuadoras de la obra creadora de Dios. Podéis encontrar en internet un cuento que se llama La creación una madre. Es el diálogo de Dios con un Ángel.[+] Mostrar más